jueves, 21 de enero de 2010

El destino, Aquiles, K. y Meursault

Rosaura Gpe. Vidal Mata
A01128182
El destino, Aquiles, K. y Meursault.
Lenguaje y Literatura I


El destino se define como un poder sobrenatural que guía las vidas de cualquier ser, junto con los sucesos que éstos enfrentan a lo largo de su existir. El destino sostiene que todo lo que está por venir ya está escrito y que no hay acontecimiento alguno que ocurra por mera coincidencia. Tan importante ha sido su influencia sobre la humanidad que claramente se ha visto reflejado en múltiples obras literarias, tales como La Ilíada, El proceso y El extranjero .Por medio del presente ensayo pretendemos realizar un análisis comparativo de las obras anteriormente mencionadas, con él observaremos cómo la presencia del destino afecta a los protagonistas y las respuestas de éstos ante tal factor, para posteriormente, evaluar sus resultados y la naturaleza de los mismos.

Comenzaremos con una breve descripción de nuestras obras, empezaremos con la más antigua cronológicamente hablando, La Ilíada . Éste es un poema épico atribuido a Homero, poeta y rapsoda griego. La fecha de composición de dicha obra es un tanto controvertida, ya que, aun en nuestros días, la creación de ésta misma se considera entre el siglo VI a.C. y la segunda mitad del siglo VIII a.C. La Ilíada, narra los sucesos acaecidos durante los 51 días previos al final de la guerra de Troya, y la cólera de Aquiles, hijo de Peleo y de la ninfa Tetis, para/con Agamenón, líder de los aqueos.

Al Pelida Aquiles se le atribuye el haber sido el más valiente, atractivo y poderoso guerrero de las armadas aqueas en los tiempos de la guerra troyana. En la Ilíada suele ser nombrado como “el de los pies ligeros”, esto debido a que, según Homero, era el más veloz de todos los hombres. Existen varias leyendas entorno a éste prodigioso guerrero, incluyéndose la de que era invulnerable en todo su cuerpo excepto en su talón. “Canta, oh diosa la cólera del Pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos[…]” (Homero, pág. 1) Sin embargo, su vida se vio colmada no solo por gloria, sino por pena en iguales medidas, esto debido a factores varios que presentaremos a lo largo de este trabajo.

Nuestra siguiente obra se trata de El Proceso del escritor austriaco Franz Kafka, ésta obra fue escrita en el año de 1914 . Su trama consta del proceso al cual se ve sometido Joseph K., quien una mañana es arrestado por una causa desconocida y se ve sumido en una especie de proceso en el cual debe defenderse de algo que no sabe qué es. A lo largo de esta historia K. trata de conocer la causa por la cual ha sido arrestado y juzgado por sus jueces, muchos de los cuales también se encuentran en el anonimato.
Joseph K. es un oficinista de banco soltero, el cual vive en una especie de unidad habitacional. K. lleva una vida aparentemente normal y al parecer no se preocupa demasiado por los acontecimientos que ocurren a su alrededor. Pero, una vez se ve enterado de su proceso, conforme avanza en el mismo se comienza a ver atrapado en éste, intentando encontrar una salida a todo esa maraña que muchos llaman “Justicia”, más nadie en realidad conoce qué es la Justicia en su totalidad.
Y finalmente haremos mención de nuestro último libro: El Extranjero de Albert Camus. El extranjero fue escrito en el año de 1942 . Durante de la trama del libro, somos espectadores del crimen que comete el Sr. Meursault, así como del juicio al que éste se ve sometido. Dicho crimen constó del asesinato de un hombre, del cual Meursault se consideraba a sí mismo inocente, aunque jamás dio la menor seña de querer manifestar esto ante su jurado.
Meursault es una persona indiferente a su entorno y a lo que en éste sucede, éste protagonista se muestra ajeno a lo que en la moral respecta. Al parecer no demuestra consciencia alguna sobre las consecuencias de sus actos y no le interesa lo que le suceda a sus seres cercanos, o a sí mismo. Mucho menos se interesa por el resultado que obtendrá del juicio al que se verá sujeto.
Los protagonistas anteriormente mencionados, a pesar de las varias diferencias que presentan entre sí, comparten un grupo de similitudes en particular. Éstas definen el destino de cada uno de los personajes y su lucha personal contra lo que dicho destino dictaba. Entre tales aspectos podemos observar la cólera y la soberbia, la enajenación de los personajes, el escape del destino junto con el papel de un dios o autoridad suprema y el rechazo de la salvación misma.
Tomemos primeramente a la cólera y la soberbia, que si bien no se encuentran presentes en cada momento de la trama, son factores definitivos que marcan el destino de nuestros personajes. Aquiles por ejemplo, despojado de Briseida por Agamenón se deja llevar por la cólera:
[...] Mirándole con torva faz, exclamó Aquiles, el de los pies ligeros: “¡Ah imprudente y codicioso! ¿Cómo puede estar dispuesto a obedecer tus órdenes ni un aqueo siquiera, para emprender la marcha o para combatir valerosamente con otros hombres? No he venido a pelear por los belicosos teucros, pues en nada se me hicieron culpables […], sino que te seguimos a ti, grandísimo insolente, para darte el gusto de vengaros de los troyanos a Menelao y a ti, cara de perro […] Ahora me iré a Ptía, pues lo mejor es regresar a la patria en las cóncavas naves: no pienso permanecer aquí sin honra para proporcionarte ganancia y riqueza (Homero, pág. 4)
Si bien al negarse a llevar a los mirmidones a la guerra a causa de la deshonra que representase la perdida de Briseida, junto con la soberbia que le hizo rechazar la oferta de Agamenón podrían haberle conducido a un fin hasta cierto punto benigno, la cólera misma marca su destino fatal en el momento en que Aquiles decide volver a la batalla para vengar la muerte de Patroclo. “[...] Pues mi ánimo no me incita a vivir, ni a permanecer entre los hombres, si Héctor no pierde la vida, atravesado por mi lanza, y recibe de este modo la condigna pena por la muerte de Patroclo Menetíada” (Homero, pág. 204)
Mas Aquiles no fue el único que, mal aconsejado por la ira, cometiese errores determinantes en cuanto a su destino, K. por su parte, al cometer múltiples actos con muestras claras de soberbia, enfrentándose constantemente con las autoridades que regían sobre su proceso, desde sus simples guardianes “[...] Su evidente estupidez es lo único que les hace estar tan seguros. Un cambio de palabras con un funcionario de categoría semejante a la mía, bastaría para esclarecer la situación, mucho mejor que horas de charla con esta pobre gente”(Kafka, 1914, pág. 66) hasta tomar el control de un juicio sobre su caso “Señor juez de instrucción, usted me ha preguntado –dijo- yo soy pintor de brocha gorda; mejor dicho, usted no me ha preguntado nada [...] Eso es característico del modo como todo este proceso ha sido llevado en contra mía.” (Kafka, 1914, pág. 105)
En cambio, en cuestión a El Extranjero, la cólera de Meursault le hizo tomar medidas más drásticas, las cuales desencadenaron un impulso cuyo producto fue la muerte de un hombre: “En el mismo instante el sudor amontonado en las cejas corrió de golpe sobre mis parpados y los recubrió con un velo tibio y espeso. […] Entonces todo vaciló […] Todo mi ser se distendió y crispé la mano sobre el revólver.” (Camus, 1942, págs. 79-80)
En los casos de nuestros protagonistas, la cólera y/o la soberbia, fueron los factores que influyeron principalmente en la manera en la que destino de éstos personajes se llevó a cabo. Puestos que los resultados que se obtuvieron de éstas dieron pie a los demás acontecimientos poco favorables que marcasen su porvenir de un modo hasta cierto punto trágico.
“Después de la tormenta, viene la calma” (Dicho popular) Tras los arranques de éstos “héroes ”, producto de los factores anteriormente mencionados, se vieron privados en gran parte del contacto humano lo cual los condujo a un estado de enajenación, bien por propio deseo o impuesta por la sociedad. “[…] la ley que lo castiga exime al resto de la población (como, al parecer, su contacto es contagioso, la gente que la intriga sitúa en su proximidad – es decir, las mujeres, los ayudantes, los guardianes, etc.- pagan con la pérdida de su patronímico el simple hecho de estar a su lado, aunque conserven su nombre […]” (Robert, 1979, págs. 16-17)
En el caso de Aquiles dicha enajenación fue autoimpuesta, a causa de la soberbia que le embargó luego de su ataque de cólera hacia el líder de los aqueos, razón por la cual se negó a llevar a sus hombres a batalla: “Creo que ni el Atrida Agamenón ni los dánaos lograrán convencerme, ya que para nada se agradece el combatir siempre y sin descanso contra el enemigo […]” (Homero, pág. 110). Aunque el hecho de que Aquiles se apartase del campo de batalla podría haberle conducido a un final benéfico esto mismo dejó implicó que el Pelida perdiese de cierta manera el enfoque general de los sucesos en el campo de batalla. Tal hecho obligándole a tomar la medida de mandar a Patroclo a investigar sobre los mismos, mas esto consiguió recalcar las debilidades a las que su cólera les encaminó.
La situación de K., a diferencia de la del joven guerrero, no fue necesariamente elección propia. Esto se debe primeramente a que desde un inicio, se ve arrancado de su vida cotidiana, y cuando trata de comprender las razones de esto, descubre que la misma sociedad le ha apartado de su seno y que al parecer para esta “No importa si el intento lo conduce a ningún resultado, y es muy improbable que tenga éxito…” (Hoffmann, 1975, pág. 22).
En cuanto a Meursault, éste mismo vive alejado de la sociedad incluso antes de que fuese juzgado por el crimen cometido. “Repitió la frase y dije: “Sí”. Me era indiferente se su camarada y él realmente parecía desearlo.”(Camus, 1942, pág. 46) Esto podría justificar de cierta manera el hecho de que no le diese tanta importancia como debería a su juicio, mucho menos a su encarcelamiento al cual, al final ya se había acostumbrado.
Sin embargo, un cambio ocurre una vez estas personalidades se encuentran completamente solas. Alejadas del resto alcanzan a tener una visión quizás, de lo que el destino les depara. Además de esto la creciente presencia de un juez hasta cierto punto desconocido comienza a tomar papeles más importantes con respecto al porvenir de éstos hombres. Una vez poseen una vaga percepción de tal hecho y del ciclo catastrófico en el cual se han visto envueltos, intentan irremediablemente apartarse de éste sin mayor resultado que demorar el mismo y quizás alargar el tiempo en que deban de sobrellevarlo.
Veamos las acciones del temerario Aquiles, quien por mantenerse alejado del campo de batalla envía a Patroclo en su lugar, cuando éste le pide dejar de lado aquella cólera “[…] Cubre tus hombres con mi magnifica armadura, ponte al frente de los mirmidones, y llévalos a la pelea […] Haz cuanto te voy a decir, para que me proporciones mucha honra y gloria ante los dánaos, y éstos me devuelvan la hermosa joven y me hagan además espléndidos regalos[…]” (Homero, pág. 206). Más a pesar de que su allegado siguiese sus órdenes la decisión de los dioses fue irrevocable, arrebatándole la vida a Patroclo, causándole gran pesar al aguerrido Aquiles.
Por su parte, K., aunque sus jueces y guardianes siguieran juzgándole intenta comprender aquel extraño proceder por parte de las autoridades en su proceso. Conforme avanza la trama K. descubre que aquello que todos denominan Justicia está demasiado alejado de lo que realmente ocurre, desde guardianes corruptos, hasta jueces incompetentes. La búsqueda de la justicia, se vuelve entonces similar a la búsqueda de Dios, la cual bien podría ser infinita. “Da otro gran paso adelante –por desgracia demasiado tarde- cuando, comprendiendo que desconocerá el funcionamiento de la justicia mientras no se conozca a sí mismo, decide cambiar el curso de su proceso escribiendo su autobiografía.” (Robert, 1979, pág. 262). Aun cuando encuentra un camino medianamente seguro donde pisar, K. ya no tenía tiempo suficiente para conseguir salir victorioso en su afronta contra el destino que le dictaba un fin no tan grato y que constantemente le atormentaba con la imposibilidad de acceder a la autoridad máxima y la inutilidad de los procedimientos que continúan infinitamente.
Meursault en cambio, una vez su sentencia ha sido dictada, se opone a ésta misma, no en público, pero al menos en pensamiento, busca desesperadamente una manera en la que su sentencia no podría llevarse a cabo “[…] comprobaba que lo defectuoso de la cuchilla era que no dejaba ninguna posibilidad, absolutamente ninguna. En suma, la muerte del paciente había sido resuelta de una vez por todas.” (Camus, 1942, pág. 143). Luego de su última charla con el capellán, Meursault se ve asaltado por la idea de la existencia de un dios, lo cual viene a quebrar todos sus paradigmas y a alterar su esquiva naturaleza.
A pesar de que nuestros protagonistas han sido llevados al extremo de sus capacidades humanas y no alcanzan a vislumbrar alguna escapatoria ante su inminente destino, se les ofrece una nueva oportunidad para de alguna manera cambiar éste. Sin embargo, aun en las situaciones en que se encontraban, dieron la espalda a aquella última posibilidad, bien por honor o por orgullo, sellando de tal manera sus destinos.
Aquiles en esta ocasión, en medio de su confusión olvida la decisión que había tomado de no volver a la batalla hasta que Agamenón probase la amarga derrota, o que regresaría una vez que el fuego alcanzase las naves. Cegado por la pena Aquiles rompe tal juramento: “Iré a buscar al matador del amigo querido, a Héctor; y sufriré la muerte cuando lo dispongan Júpiter y los demás dioses inmortales […] Conozcan que hace días que me abstengo de combatir. Y tú, aunque me ames, no me prohíbas que pelee, pues no lograras persuadirme.” (Homero, pág. 241).
K., al sólo preocuparse por sí mismo priva a sus protestas de inocencia de una buena parte de su alcance, y en un final simplemente se rinde ante su proceso “¿He de permitir que digan de mi que al iniciarse el proceso pretendía terminarlo, y que al acercarse la consumación no quería sino volverlo a empezar?” (Kafka, 19141 pág. 269) Con tal pensamiento se permitió dirigir hacía el final de su vida, aunque probablemente ese no fuese el final de su proceso.
Y por último, Meursault, quien una vez aceptada su sentencia, se dispone a partir a la misma, rechazado el capellán con su salvación divina, Meursault decide no creer y su único anhelo es que el día de su ejecución haya suficiente gente como para sentir aquel vacio con menor intensidad “Para que todo sea consumado, para que me sienta menos solo, me quedaba esperar que el día de mi ejecución haya muchos espectadores y que me reciban con gritos de odio” (Camus, 1942, pág. 157)
Luego de los factores anteriormente expuestos podemos observar cómo el destino forma un patrón similar dentro de la historia de estos tres personajes, puesto que muestra elementos similares dentro de los procesos que se llevan a cabo a lo largo de las obras. Si bien el destino de los personajes podría haber sido uno diferente a la muerte, al los protagonistas oponerse ante su propio destino, siendo conocedores de las pocas posibilidades que tenían de vencer, no lograron más que alargar su espera y por lo tanto su propio sufrimiento. Esto nos permite asegurar que en la lucha contra el destino éstos hombres no lograron más que aumentar no sólo su propio sufrir, también el de muchos de aquellos que les rodeaban.

Bibliografía
Camus, A. (1940). El extranjero. Buenos Aires: Emecé.
Hoffmann, W. (1975). Los Aforismos de Kafka. Berna: Fondo de Cultura Económica.
Homero. La Ilíada. México: Porrúa.
Kafka, F. (1914). El Proceso. México: Porrua.
Robert, M. (1979). Franz Kafka o la Soledad. París: Fondo de Cultura Económica.

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