Dánae Jimena Valle
Desde un principio, la mujer ha sido un tema de controversia para los seres humanos, desde aceptar la igualdad entre un varón y una mujer, hasta el tipo de vida, profesiones o derechos que puede recibir una fémina. La mujer se puede ver desde la Biblia con el comienzo de la misma creación del mundo “Y creó Dios al hombre […]; varón y hembra los creó” (La Biblia, VRV 1960, Génesis 1.27) y también se puede observar el control y la importancia del hombre sobre la mujer en la misma escritura “A la mujer le dijo: […]. Desearás a tu marido y él te dominará.»” (La Biblia, NVI, Génesis 3.16), pero ¿para qué fue creada la mujer, según la misma Biblia? “Luego Dios el Señor dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.»” (La Biblia, NVI, Génesis 2.18). La Biblia es uno de los escritos que más ha influenciado a la humanidad, y los cristianos afirman que es el camino correcto de vida, pero la mujer ha sufrido muchos cambios a lo largo de la historia y siempre se ha considerado un ser inferior al hombre y en algunas ocasiones es hasta valorada como un objeto cualquiera que puede usarse o comprarse.
En este ensayo, pretendo dar a conocer los puntos de vista que hay de las mujeres en los libros La Ilíada, El Proceso y El Extranjero, así como el papel que desempeñan y la influencia que tuvieron en los personajes principales de estas obras.
Nuestra cultura y la sociedad nos han dejado ver que la mujer es importante para el hombre, ya sea por fines amorosos, sexuales, legales o sociales. Comenzando con nuestro primer libro escrito cronológicamente, La Ilíada, en la cual se narra la cólera del Pelida Aquiles y lo que esto ocasionó en la guerra contra Troya, la mujer llega a tener dos tipos de papeles, estos son como diosas y como mortales.
Como diosas, las mujeres llegan a ser papeles fuertes, en donde se demuestra que son astutas, inteligentes, asertivas y usan bien sus ventajas femeninas. Atenea, Hera eran diosas que odiaban a los troyanos y por lo tanto participaban en la guerra ayudando a los humanos o disfrazándose de uno mismo, dirigiendo así parte de la guerra, a lo que, los humanos tanto confiaban como temían en ellas. Afrodita por su parte apoyaba a los troyanos y también tuvo mucho que ver en la guerra, además de ser nombrada por Paris, la diosa más hermosa y ofrecerle a Helena, la mujer más bella del mundo en ese tiempo. Aquí es cuando se hace notar el papel de las mujeres mortales, el cual era más débil que el de un hombre y eran más bien tratadas como premios u objetos, incluso por las diosas.
Algunas pruebas del rol de las mujeres mortales se hacen notar en algunos diálogos de Aquiles, en los que él mismo llama a Briseida su trofeo, “[…] El poderoso Agamenón Atrida me ha ultrajado, pues tiene mi recompensa que él mismo me arrebató.»” (Homero, pág. 16) y también podemos notar que habla de la misma manera de Criseida “[…] la saquemos, y el botín que trajimos se lo distribuyeron equitativamente los aqueos, separando para el Atrida a Criseida, la de hermosas mejillas.” (Homero, pág. 18), se puede observar que el autor y los personajes mismos hablan de esta situación como un hecho normal de la vida cotidiana, y es que, así era, hemos recordar que para los griegos, los seres humanos que de verdad tenían importancia eran los mismos hombres y era el verdadero amor entre ellos, la mujer era un instrumento de trascendencia y satisfacción sexual, así ellos podían tener varias esposas, pero sólo un amante (hombre), es decir, era de más importancia un varón que una mujer.
Entonces, el rol que podemos distinguir, puesto que somos humanos, es el de las mujeres como persona y no como deidad. En este caso, no sólo vemos opresión de parte de los varones, sino también de los dioses, quienes usan a las mujeres como mejor les parece y entonces ellas son víctimas de los hombres, los dioses y las diosas, además de otros seres mitológicos como las ninfas (Tetis). Aunque todo esto parece ir mal, las mujeres también aportaron algo bueno a los personajes, tal es Helena, que hizo reconocer a Paris su cobardía y reconocer a los comandantes aqueos cuando se los describía a Príamo en la muralla. Y Andrómeda, esposa de Héctor que lo hace entrar en razón al saber que dejará a su hijo y a su esposa solos si él muere.
En este pequeño análisis de la primera obra, distingo que la mujer que tenía, por llamarlo así, un verdadero poder eran las diosas, aunque ellas también, de algún modo, se regían bajo los dioses masculinos, dejando al a Zeus, el dios de dioses como la cabeza de las deidades. Las humanas en cambio, eran distinguidas por su belleza y su sensibilidad, además de ser recompensas de muchos, los hombres las necesitaban y en mi opinión, no existían verdadero amor entre el hombre y la mujer, era más bien, atracción sexual y sentido de pertenencia, que principalmente esta última era la que ocasionaba las guerras y conflictos entre los hombres.
La segunda obra a observar es titulada El Proceso, escrita por Franz Kafka, una historia en la que un hombre se ve metido en una serie de juicios siendo acusado por un crimen que nunca llega a descubrir. La mujer en esta obra es seductora y llamativa. K se envuelve con cuatro mujeres en la obra, una es Elsa, que es una prostituta a la cual visita constantemente, La señorita Bürstner, una vecina a la que va a visitar para explicarle lo que había pasado en su habitación mientras ella no estaba y en cuanto terminan de hablar la besa “como un animal sediento que bebe con avidez el agua fresca del ansiado manantial” (Kafka, 1983, pág. 47), la esposa del ujier, la cual le coqueteaba pero al final no tuvo nada con ella, simplemente algunas palabras, y finalmente con Leni, la enfermera del abogado, con la que tuvo una relación más cercana.
K. era una persona que estaba investigando su caso y su proceso y descubrir cuál era crimen que había cometido, pero mientras iba preguntado y recopilando información era atraído por la gente que lo rodeaba y perdía su propósito inicial, Leni, fue una mujer que lo acompañó en algunas de sus visitas con las personas que él creía, podían ayudarle y con ella tuvo una relación más intima con caricias y miradas, pero no sentía verdadero afecto, de hecho no sentía afecto por ninguna mujer, sólo las veía como otro medio más para llegar a donde él deseaba “Parezco reclutar mujeres en condición de ayudarme […] Primero la señorita Bürstner, luego la esposa del ujier y ahora esta pequeña enfermera que parece tener una incomprensible necesidad de mí” (Kafka, 1983, pág. 130). Al enterarse que Leni se juntaba con todos los culpables porque le parecían guapos la dejó.
Al ver la actitud de K. me doy cuenta de que él no estaba interesado en querer o amar realmente a una mujer, simplemente era una herramienta para satisfacer sus necesidades sexuales y proporcionarle placer, incluso se podría decir, para no aburrirse y tener que escuchar discusiones que para él no tenían sentido. La mujer para él no representaba nada más y en el libro no se menciona el afecto tal cual o pensamientos de considerar una pareja o una esposa, es completamente indiferente en cuanto a este tema.
En tercer y en último lugar está El Extranjero, de Albert Camus, publicado 17 años después que El Proceso, en esta obra se muestra a un hombre (Meursault) completamente indiferente a la vida, tras la muerte de su madre su vida sigue siendo completamente la misma, no muestra signos de tristeza ni melancolía, y después es acusado por matar a un hombre y es llevado a juicio, pero él no tiene ni el deseo de salir ni de quedarse ahí, simplemente sigue la ley como se lo piden, explicando la verdad sin nada más que agregar u ocultar.
La mujer en esta obra se enfoca solamente en una: Marie Cardona, una compañera de trabajo de Meursault, la cual había deseado. Tras un ligero coqueteo el hombre logra hacerse con la mujer y se vuelven amantes, sin ninguna intensión formal, salen juntos y tienen relaciones sexuales, pero Meursault no desea nada más con Marie, aunque ella le pregunta constantemente si la quiere para Meursault no representaba nada amar a alguien.
Me preguntó entonces si la quería. Contesté, como ya había hecho una vez, que nada significaba eso, pero que ciertamente no la quería. « ¿Por qué te casarías entonces conmigo?», dijo ella. Le expliqué que la cosa no tenía importancia alguna, pero que si ella lo deseaba podíamos casarnos. Además era ella la que lo preguntaba y me limitaba a responder que sí. Comentó ella que el matrimonio era una cosa seria. Respondí: «No». Se calló un momento y me miró en silencio. (Camus, 1971, 46)
Podemos observar que Meursault era completamente indiferente al hecho de permanecer junto a una mujer, porque finalmente Marie no era la única en su vida y al estar en prisión se dio cuenta de esto “Me atormentaba, por ejemplo, el deseo de una mujer. Era natural, dada mi juventud. No pensaba nunca particularmente Marie. Pero pensaba con tal intensidad en una mujer, en las mujeres, en todas las que había conocido, en todas las circunstancias en las que las había amado, que mi celda se llenaba con todos los rostros y se poblaba de todos mis deseos.” (Camus, 1971, 81). Finalmente lo que él deseaba era cumplir todos esos deseos y la idea de una sola mujer no le satisfacía.
Al final, termina recordando lo que había pasado y nombrándolos a todos culpables de lo que habían hecho, tanto a alguien que no había llorado en el entierro de su madre, como a Marie por querer casarse con él, como si el perro de Salamano valía lo mismo que su propia mujer. Terminó recordando a su madre y que ella “se había echado a un «novio», por qué había jugado a recomenzar” (Camus, 1971, 124), Aún así Meursault decidió recomenzar, podía escoger o no una nueva “Marie”, finalmente no tenía importancia si la quería o no, de todos modos, una mujer no significaba nada especial en su vida.
En esta reflexión, puedo percibir que la mujer, una vez más es simplemente un objeto el cual se puede aceptar, rechazar, usar, reusar o desechar, amar a una mujer no tiene mayor relevancia en la vida de este personaje y puede o no ocurrir, puede desear a alguien en algún momento, pero ese deseo llegará a un fin temprano o tardío, de todos modos no importará.
Al observar las tres obras me doy cuenta que los autores coincidían en que permanecer junto a una sola mujer en perfecto matrimonio como nos deja ver la sociedad hoy en día no era una prioridad para ellos. Retomando la introducción acerca de la Biblia me doy cuenta que desde el inicio la mujer ha sido sometida al hombre y puede que en cierto caso no exista igualdad completa como parte de la sociedad ha intentado hacernos ver y que la mujer ha sido creada para auxiliar al hombre, lo que me deja ver que también es posible que no exista cierto amor puro entre ambos sexos. En cuanto a la cuestión de una o varias mujeres, depende más de la cultura que uno quiere aceptar.
También he percibido que la sociedad siempre está presente, al igual que la época, y que no existe cierta verdad en cuanto al amor mutuo de una pareja de ambos sexos, el mundo cambia constantemente y es posible que este cambio nunca tenga fin. En la Ilíada las mismas mujeres conocían lo que representaban en esa época, tanto las esposas como las concubinas, las reinas y las diosas, de acuerdo a la sociedad en cierto punto era correcto todo lo que hacían y marcar a las mujeres como premios, aunque ellas siempre marcaron el lado sensible y comprensivo de los personajes. En el Proceso, K. no tenía un propósito fijo, primero lo tenía, pero después se perdía de su objetivo en cada lugar que iba y ya que él estaba más preocupado en encontrar el dichoso crimen, no planeaba casarse o permanecer junto a una mujer, porque finalmente era igual que él, le agradaban tantos hombres como a él le agradaban las mujeres. En El Extranjero, la mujer era también vista como un objeto para satisfacer los deseos de su cuerpo a diferencia de La Ilíada en la que todos eran influenciados por la sociedad, y en El Proceso que era influenciado por todas las sociedades, Meursault no era influenciado por ninguna, conocía a una pareja casada y él conocía del matrimonio, pero finalmente ese no fue un tema que a él le interesara.
Estas tres obras reflejan completamente la aceptación, el rechazo o la pertenencia de una mujer en la vida de un hombre.
BIBLIOGRAFÍA
Camus, A. (1999). El Extranjero. España: Alianza / Emecé.
Homero. La Ilíada . México: Nuevo Talento.
Kafka, F. (1983). El Proceso. México: Editores Mexicanos Unidos.
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